27 d’agost 2011

EL BISBE MANUEL IRURITA ALMÁNDOZ


[...] "Oficialmente el prelado de Barcelona Manuel Irurita fue fusilado en 1936 por los anarquistas. Por ello ahora aguarda ser beatificado como mártir de la Cruzada. Pero testigos y pruebas documentales muestran que, en realidad, murió después de la contienda. Esta es la historia de un mártir que no fue

Los dos vestían igual. Tanto Buenaventura Durruti, dirigente de la Federación Anarquista Ibérica (FAI), como el obispo de Barcelona, Manuel Irurita, llevaban un sencillo guardapolvo. Se trataba de entrar en el palacio episcopal de la capital catalana sin llamar la atención. No era fácil. Las calles de la Barcelona revolucionaria de aquel 20 de julio de 1936 olían a pólvora. Había algo más que eco de disparos en la calle. Los antifascistas, bajo la hegemonía de la Confederación Nacional del Trabajo, habían conseguido reducir a los militares sublevados. Durruti le había prometido al presidente de la Generalitat, Lluís Companys, que nada le pasaría al prelado, cuenta Joan Pons, que sería representante de Esquerra Republicana en el Comité Central de Milicias Antifascistas. Obispo y anarquista retiraron casi tres millones de pesetas en valores y billetes de la sede episcopal. Casi dos millones fueron ingresados y registrados por la Generalitat. El tercer millón podría haber servido para que el prelado no corriera la misma suerte que 2.437 sacerdotes y religiosos asesinados en Cataluña durante el segundo semestre de 1936 y el primero de 1937.

Ese millón, pues, actuó a modo de salvoconducto para evitar la muerte de Irurita, cuyo proceso de beatificación como mártir de la Cruzada se halla en el Vaticano. Hasta ahora, la versión oficial daba por hecho que el prelado había sido fusilado el 3 de diciembre de 1936 contra la tapia del cementerio de Montcada i Reixac, vecino a Barcelona. A la FAI no le faltaban ganas. Eran conocidas las visitas pastorales de Irurita por su diócesis acompañado de requetés armados y vestidos con uniforme tradicionalista. Ahora, una obra de Joan Bada, doctor en Historia de la Iglesia por la Gregoriana de Roma y por la Universidad de Barcelona, aporta pruebas de que el obispo no murió fusilado, sino que estaba con vida por lo menos dos años después, cuando los sublevados entraron en Barcelona, en enero de 1939. El ensayo, uno de cuyos capítulos lo copa Irurita, se limita a una exposición de datos sin aventurar interpretaciones. “No quiero contradecir a nadie, sino aportar la luz de los archivos”, asegura el historiador.

Societat i Església a Catalunya. Cent anys entre constitucions i dictadures es el título del ensayo editado por la Facultad de Teología de Cataluña que contiene esa perla de la investigación sobre la muerte de Irurita. Se trata de una tesis que agrieta la historia del obispo mártir forjada por la hagiografía nacionalcatólica. Las pruebas que ofrece Bada -profesor emérito de las Facultades de Teología de Cataluña y de Historia de la Universidad de Barcelona- parten de diversas fuentes: el archivo Tarradellas, el archivo Gomá, la correspondencia del canónigo Alberto Onaindía y dos testigos. Documentos de la Cruz Roja Internacional también dan por vivo a Irurita en junio de 1937, fecha en que estaba encarcelado en la prisión de Montjuïc. Los archivos vaticanos se hallan cerrados a cal y canto hasta que se cumpla el embargo de 75 años de la muerte de Pío XII, que falleció en 1958. Tal vez entonces habrá que bajar algún santo de la peana. Pero por ahora nadie da marcha atrás. La aparición del obispo con vida hubiera supuesto un torpedo en la línea de flotación tanto del franquismo como de la Iglesia, a los que les hubiera resultado difícil explicar cómo se las apañó el prelado para sobrevivir en la Barcelona revolucionaria.

Lo cierto es que la capital catalana no contó con un nuevo obispo -Gregorio Modrego- hasta 1942, año en que podría haber muerto o presentado su renuncia Irurita. No deja de ser curioso que el 18 de octubre de 1937 se procediera al nombramiento de siete administradores apostólicos para suceder a otros tantos obispos asesinados. Entre todas esas diócesis no aparece la de Barcelona, cuando Irurita -de acuerdo con el relato oficial- había sido fusilado el 3 de diciembre de 1936.

Los defensores de la beatificación del prelado se apoyan en que las pruebas de ADN realizadas hace unos años a sus presuntos restos son irrefutables. No obstante, el que un sobrino del obispo -también sacerdote- hubiera sido fusilado en Montcada i Reixac ha podido favorecer la confusión.

Los hechos que Joan Bada aporta son que el prelado, después de pasar del centro de distribución de presos del Ateneo Colón, del barrio barcelonés de Poblenou, a la checa de Sant Elies, ingresó en la cárcel del castillo de Montjuïc. En las dos primeras estuvo bajo la protección de la FAI (por el millón de Durruti y por el pago de 24.000 pesetas por parte del vasco Manuel de Irujo, político nacionalista vasco exiliado en Barcelona que fue ministro de la República). “El señor obispo de Barcelona ha aparecido vivo (…). Irujo gastó 24.000 pesetas para conservarle la vida durante siete meses en la cárcel de San Elías. Desapareció de allí en mayo de 1937″, escribe el canónigo Onaindía ese mismo año al obispo de Vitoria, Mateo Múgica. El interés del nacionalismo vasco por Irurita se debía, entre otras cosas, a su origen euskaldún.

La estrecha relación de Durruti con Joan García Oliver -faísta que fue consejero de la Generalitat y ministro con Largo Caballero- bien pudo contribuir, por otra parte, a que el obispo no fuera fusilado en el agitado periodo revolucionario.

El prelado llegó a Montjuïc con la restauración de la legalidad republicana, tras los hechos de mayo de 1937 que enfrentaron en las calles de Barcelona a Esquerra Republicana y a los comunistas, por un lado, con los revolucionarios anarquistas y del Partit Obrer d’Unificació Marxista, por otro.

Luego, la pista episcopal se pierde hasta el final de la guerra. El 28 de enero de 1939, cuando las tropas de los generales Yagüe y Solchaga ya habían entrado en Barcelona, el médico Josep Raventós i Sanromà y Francesc Aragonés vieron salir del palacio episcopal de la capital catalana al obispo Irurita acompañado por dos personas. “Señor obispo, creíamos que lo habían fusilado”, le dijeron sorprendidos y alborozados. “No griten, que me comprometen”, respondió el prelado.

El médico Raventós fue a comentar que había visto al obispo con vida a las monjas del dispensario de la calle de Floridablanca de Barcelona. El caso es que al día siguiente, un domingo por la tarde, fue convocado telefónicamente a la Diputación de Barcelona por el conde de Ruiseñada a petición del presidente de la entidad provincial, el conde de Montseny. En el edificio de la Generalitat, ya convertida en Diputación Provincial, Raventós fue recibido por los dos condes citados, el alcalde de Barcelona, Miguel Mateu Pla, y José Ungría Jiménez, jefe del Servicio de Información y Policía Militar (SIPM), coordinador de la quinta columna en la España republicana. De esa reunión hay pocos detalles. Ungría, que apuntó la posibilidad de que Irurita, aun después de la entrada de los sublevados en Barcelona, hubiera sido asesinado por los rojos, dijo: “Quizá lo han matado en alguna de las checas que aún funcionan”, una frase curiosa proviniendo del encargado de la represión en la posguerra.

Este grupo de autoridades también visitó el domicilio de Aragonés, el otro testigo, quien ratificó que había identificado al obispo. El 1 de febrero de 1939, la agencia de noticias francesa Havas enviaba un despacho a sus abonados: “Apareció hoy el obispo de Barcelona, doctor Manuel Irurita y Almándoz, quien manifestó que al iniciarse la revolución fue detenido, pero logró fugarse y desde entonces vivió oculto en un sótano. Cuando abandonaba su refugio, lo hacía vestido de obrero, y así logró ponerse en relación con otros sacerdotes mediante los buenos oficios de personas de absoluta confianza. Agregó que al principio lo apedrearon e intentaron asesinarle cuando acudía a prestar ayuda espiritual a un enfermo. Su excelencia reverendísima monseñor Irurita Almándoz cumplirá el próximo 19 de agosto 73 años y se hallaba al frente de la diócesis de Barcelona desde el 13 de marzo de 1930″. Hasta aquí otra de las pruebas de que no había sido fusilado. Más definitivos resultan, sin embargo, los testimonios de quienes lo vieron vivo después de la guerra: el médico Raventós, que dejó una carta antes de morir; y Josep Maria Aragonés, que fue monaguillo de Irurita, y que es canónigo emérito, biblista y en la actualidad rector de Torrelavit, en la diócesis de Sant Feliu de Llobregat.

Hilari Raguer, historiador, monje de Montserrat y prologuista del libro de próxima aparición, destaca la calidad de los testimonios aportados por Bada: “Nótese que no son declaraciones de anticlericales, de rojos partidarios de la República ni de personas que conocieran únicamente de oídas al obispo, sino de buenos cristianos que lo conocían personalmente y que quedaron atónitos y desconcertados cuando se hizo el traslado de los supuestos restos mortales de Irurita y se aseguró que había sido asesinado el 3 de diciembre de 1936. Pero no quisieron montar un escándalo”. Quizá cuando los archivos vaticanos echen luz sobre el asunto se sabrá lo que falta: cuándo, cómo y dónde murió el obispo Manuel Irurita."

Francesc Valls - elpais.com


PD/ Certament en els arxius on es recullen les víctimes afusellades a les tapies del cementiri de Montcada, consta que el cos d'aquest bisbe va ser dipositat a una de les dues foses obertes en aquest municipi per membres de la FAI. Després, i finalitzada la guerra, va ser "presumptament" identificat el 15 de juny de 1940, i ocupà un nínxol del cementiri municipal (número 0814) amb una làpida de marbre. Anys més tard desprès d'un solemne funeral, fou traslladat i inhumat a la Catedral de Barcelona.. Posteriorment, unes declaracions procedents de persones que el coneixien perfectament, van afirmar que aquest prelat no estava pas mort, al menys dos dies després de l'entrada de les tropes franquistes a Barcelona, finals del mes de gener de 1939. Aquestes manifestacions van incidir, perquè les autoritats eclesiàstiques, per acabar les especulacions sobre l'autenticitat de la mort d'Irurita, van promoure l'exhumació de les despulles per efectuar-li la prova d'ADN . El resultat, com era d'esperar, va donar positiu, però com ja és diu més amunt en l'article que reproduïm, era una identificació un tant dubtosa, atès que probablement el cos no fos el del bisbe, sinó d'un nebot seu, que era capellà (Marc Goñi Almándoz) i que aquest junt amb el bisbe més altres persones foren detinguts al mateix dia per patrullers del FAI,on estaven aixoplugats en casa d'en Francesc i Antoni Tort (argenters de Barcelona).

(Montcada post)

19 d’agost 2011

"GRATANT LA MEMÒRIA HISTÒRICA...LA BATALLA DE L'EBRE"



[...] "Els parcs eòlics de la Terra Alta també sostoven la memòria de la Batalla de l'Ebre


Avui llegim al bloc de Manel Zaera que el diari digital Vilaweb es fa ressò de la trobada d'unes restes de soldats de la Batalla de l'Ebre a Horta de Sant Joan. Pel que sembla, les haurien deixat al descobert les màquines excavadores que treballen en la construcció d'un parc eòlic, suposem que a la polèmica central eòlica dels Pesells. L'aparició de restes de soldats a l'enorme camp de batalla de la Terra Alta no ens hauria d'estranyar, fins i tot 70 anys després de la Batalla de l'Ebre, ja que ningú ha fet una recerca sistemàtica de les restes humanes que hi ha a la zona. De fet, tinc entès que només
els vencedors a la Guerra Civil van recuperar els cossos enterrats als cementiris de la comarca, tot traslladant-los després als seus llocs d'origen per fer-los tot tipus de reconeixements i homenatges.

Però ningú s'ha preocupat gaire dels milers de republicans soterrats a fosses comunes o als camps silenciosos de la Terra Alta. També a la Ribera d'Ebre, on hi ha un cementiri de pontoners republicans just a sota d'una pista poliesportiva de Móra d'Ebre, a la vora del riu. Només la lluita contra la massificació eòlica a la comarca ha servit per sostovar una mica la memòria històrica. El més trist, però, és que aquesta advertència de les plataformes ja té uns deu anys, i que durant aquest temps ha continuat la tramitació dels diferents projectes eòlics, en paral·lel a un procés de museïtzació dels espais de la Batalla de l'Ebre que ara ha culminat amb la inauguració del centre 115 Dies, a Corbera d'Ebre. De fet, no s'ha tingut en compte ni la protecció ni la conservació dels vestigis de la Guerra Civil. En realitat, els antics responsables de la museïtzació dels espais de la Batalla de l'Ebre van ser apartats del projecte per l'anterior govern català, entre d'altres qüestions perquè eren crítics amb el model d'implantació eòlica. Per tant, ara s'estan recollint les conseqüències nefastes d'aquella decisió, i de la mateixa manera que s'han desenterrat restes humanes, també haurien pogut aparèixer bombes sense esclatar... Que hi ha restes humanes de fa només 70 anys als camps de la Terra Alta ja ho sabíem, i ara ja no val la pena lamentar-se. Com a mínim, fer els parcs eòlics servirà per desenterrar-les de l'oblit.

Foto: Elies115 " (publicat el 30/juliol de 2008)


Llegit a: amarfanta.blogspot.com/2008/07/els-parcs-elics-sostoven-la-memria-de.html


Nota: Cal recordar que també van morir soldats de Montcada en aquella cruenta batalla. Com exemple, podeu llegir allò que vàrem publicar en aquest bloc, amb data 27/7/2008 (El soldat Antoni Dou Selvas, mort l'any 1938 al front de l'Ebre)

LA GRUA... QUÈ HI FA?

Creiem, i no es cap critica visceral, sinó una observació, que des de fa molt de temps (potser un parell o més d'anys ) aquesta grua està al mateix lloc i sembla ser que si no es fa res per evitar-lo, continuarà formant part del paisatge, Segons la nostra modesta opinió, trenca la perspectiva arquitectònica dels edificis i del propi campanar parroquial. No voldríem pas que aquest gran "L" invertida i de ferralla, es converteixi finalment en una nova icona urbana de Montcada. El nostre patrimoni, en aquest cas, el paisatgístic, demana una actuació per recuperar la perspectiva urbana i emblemàtica d'aquest lloc.

08 d’agost 2011

EL TURÓ DE MONTCADA, GEOLOGIA, ESPELEOLOGIA I EXCURSIONISME

NOU COMENTARI QUE HEM REBUT D'UN SEGUIDOR D'AQUEST BLOG SOBRE EL TREBALL QUE VAREM PUBLICAR EL DIA 21 D'ABRIL DE 2008, I QUE PEL SEU INTERÈS PUBLIQUEM.


Peça exposada avui al Museu de Geologia de Barcelona
Ullal d'un Crocuta (hiena) spelaea Goldfuss (foto R.Ramos)
(per veure la imatge més gran clica sobre la mateixa)

Distinguido Señor:
Quería haber hecho un comentario en el artículo de referencia; pero he sido incapaz de ver cómo.
Era el siguiente comentario:


"Preludio:

A finales del siglo XIX, se descubrió cierta caverna, en la zona de Montcada; lugar muy próximo a la ciudad de Barcelona. La boca de la caverna apareció enteramente oculta, por materiales procedentes de procesos naturales; ocultación que hubo de necesitar de un cierto tiempo, para desarrollarse y completarse.

Dentro de la caverna, y en el suelo, se halló un resto de Pectunculus glycimeris.

Quizá hubiera sido un buen momento para preguntarse desde cuándo el ser humano puebla Barcelona: Allí no había ninguna clase de sedimentación marina, y el Pectunculus glycimeris no es sino un molusco bivalvo marino. Alguien llevó aquello hasta esa cueva, hace mucho tiempo.

En la publicación CRÓNICA CIENTÍFICA REVISTA INTERNACIONAL DE CIENCIAS, Tomo VI, año 1883, páginas 150-151, Jaime Almera escribió lo que sigue, en un artículo que, sugerentemente, tituló GRUTA PREHISTÓRICA EN MONCADA:

"Hace medio año que en la cantera de casa Sans, cerca de Moncada –Barcelona-, se descubrió una caverna, con abundancia de estalactitas, algunas de no pequeñas dimensiones. Esta caverna estaba enteramente oculta por la toba cuaternaria, que se había formado merced à la caliza y detritus, que las aguas que filtraban de los bancos superiores disolvían y arrastraban á su paso…”

De lo que se desprende, entre otras cosas, que el hallazgo en cuestión dataría de 1882-1883. Almera también informa del hallazgo de cierta mandíbula, en aquella caverna, que deduce que pertenecería “al Oso pardo que vive actualmente en nuestros Pirineos. Los huesos y mandíbula de aquella fiera estan empotrados en el travertino, mezclados con fragmentos de pizarras en que se apoyan dichas calizas.”. Almera no especifica (o no lo he sabido ver), en parte alguna del artículo, si por “travertino” se refiere a lo que llamó “toba cuaternaria”.

Y pensamos que es una cuestión importante: Dado que, creemos, el Pectunculus glycimeris no fue accesible sino hasta despejar la entrada de la cueva…

(“…se ha recogido en dicha caverna una gran valva del Pectunculus glycimeris, molusco acéfalo que vive actualmente en nuestro litoral. Dicha valva no estaba empotrada como los huesos, en el travertino, sino en el suelo de la caverna y envuelta por una delgada capa de aquella roca.”)

… de manera que la valva de referencia, recogida en el suelo de la caverna, sería más antigua que lo hallado en la toba cuaternaria que tapaba la boca de la cueva. Así, si la mandíbula estaba en dicha toba, dicho resto óseo sería menos antiguo que la valva.

Nosotros pensamos que así debió ser; tras leer y releer el artículo en cuestión. Y ello pese a cierta reflexión que Almera hace, hacia el final del artículo: Nos referimos a que Almera dice que posteriormente al abandono de la cueva por el oso, “se guareció en ella el hombre, como lo indica la valva del Pectunculus, allí trasportada por él para su uso.”. Intermedio cierta observación mía: La cueva debió ser de medidas bastantes para la habitación humana, según esa frase de Almera.

Imediatamente después de dicha frase, Almera dice: “Desalojada después por el hombre, y continuando la acción erosiva de las causas actuales sobre las pizarras y la precipitación del travertino que las aguas tomaban de los bancos de caliza de la región superior del cerro, quedó oculta…”. Parece que la “toba” era el “travertino” en donde estaba la mandíbula; de modo que, insistimos, nos parece que fue anterior el hombre al oso que cita Almera. Sin embargo, no sería una datación, la de la estancia del hombre en aquella cueva, forzosamente de una gran antigüedad; pues sólo sería más antigua que los restos de un oso actual. Es decir, el Pectunculus podría ser relativamente reciente.

Sin embargo, aquella “mandíbula con cuatro piezas dentarias, que desgraciadamente fueron mutiladas por los operarios”, en palabras del propio Almera (también en el artículo de referencia), ha resultado ser, no de oso, sino de hiena de las cavernas. Tal ejemplar está actualmente depositado en el Museu de Geologia de Barcelona, y lleva el número 6104. El Dr. D. Julio-Gómez Alba, que ha historiado magníficamente los vertebrados fósiles que en dicho Museo se encuentran, explica que fue el autor Harlé quien, publicándolo en 1909, identificó la mandíbula como de dicha hiena; y con tal identidad registra la mandíbula Gómez-Alba. Todo ello aparece en el nº 6 de la publicación “Treballs del Museu de Geologia de Barcelona”: Catálogo razonado de los vertebrados fósiles de España del Museo de Geología de Barcelona (1882-1982), publicado en 1997 (el depósito legal es del año 1990); páginas 201-202.

Pero nada dice Gómez-Alba de ningún Pectunculus, en la relación que allí hace de los materiales que, de aquel lugar, se encuentran en el citado Museo; por lo que no es ya posible averiguar nada más al respecto de esa valva. Ni siquiera si, realmente, se trataba de una especie aún existente.

Sea como fuere, según lo que venimos explicando, y dado que la hiena de las cavernas es un animal típicamente pleistoceno, el hombre que llevó aquella valva a aquella cueva hubo de hacerlo nada menos que en el Paleolítico; o eso deducimos nosotros."

Varela

PD/ Su comentario no ha podido añadirse al articulo que colgamos el 21/4/2008, por un exceso de carácteres, que el sistema no admite. No obstante y por la importáncia del mismo nos hemos permitido publicarlo tal como usted nos lo ha enviado. Muchas gracias.
Ricard Ramos Jiménez