[...] "El estallido revolucionario sorprendió al obispo Irurita en el palacio episcopal, del que huyó el martes 21 de madrugada, cuando los grupos de milicianos ya asaltaban el edificio. Al salir, pudo refugiarse casualmente en casa de un feligrés, Antoni Tort, joyero, junto con su secretario y pariente. Permanecieron allí hasta el primero de diciembre de 1936, cuando una patrulla de controldel Poble Nou los descubrió durante un registro domiciliario, por haber encontrado el nombre de Antoni Tort en una lista de peregrinos a Montserrat. Los milicianos se los llevaron, tanto a él y a su acompañante como a su anfitrión, con la hija y el hermano de éste, además de dos monjas que también se habían refugiado en la casa. De la sede de la calle Pere Quart, donde fueron llevados en primera instancia, los cuatro hombres fueron trasladados al centro de detención de la calle San Elías. Dos días más tarde, en la madrugada del martes día 4 de diciembre, se tiene noticia de que se los sacó del centro de detención para llevarlos, probablemente, cerca del cementerio de Montcada en el que debían ser asesinados. Pare cecierto que en un primer momento los milicianos no descubrieron la identidad del sacerdote que se hacía llamar Manuel de Luis. No obstante, informaciones indirectas acreditan que antes de salir de San Elías ya se había descubierto su verdadera identidad e incluso que se había pensado en la posibilidad de un rescate.La muerte del obispo Irurita siempre se ha envuelto de un cierto grado de confusión. Por un lado,a través del testimonio de la superiora general de las Carmelitas se sabe que, a finales de septiembrede 1936, el obispo tenía previsto ser evacuado a Italia.(1)
Esta información mantiene notables paralelismos con la que pudo recoger Josep Sanabre del cónsul francés en Barcelona, según la cualAntoni Tort habría acudido a visitarle en plena euforia anticlerical para que lo ayudara a expatriar aun obispo. La operación no se pudo llevar a cabo porque el prelado se negó a presentar la dimisión previa, que era la condición impuesta por el cónsul. (2)
También hay noticias de una iniciativa, fechada a primeros de 1938, de canjearlo por el diputadoManuel Carrasco i Formiguera, preso en Burgos, a la espera de la ejecución de la pena de muerte ala que había sido condenado el verano de 1937, después de su detención por la marina franquista. E lhecho desconcierta en primer lugar por las fechas, ya que, según la versión oficial comentada, elobispo Irurita habría sido asesinado en diciembre de 1936 y también porque al tratarse de unaautoridad eclesiástica relevante parecería natural que el gobierno de la Generalitat, después de saber de su desaparición, hubiera intervenido con más celeridad. La desidia, en este caso, si que puede tener relación directa con la hostilidad que Irurita había manifestado repetidamente contra la Repú- blica, como lo atestigua el hecho que pocos días antes del alzamiento militar opinase —según le dijo al padre Josep Maria Llorens— que Cataluña debía armarse tal como lo hacía Navarra.(3) .
Miguel Mir, en el libro " Entre el roig i el negre,", da alas a la hipótesis de que se salvó. Esa opinión ya había sido planteada por algunos testigos que afirmaban haberlo visto después de la guerra. Tal posibilidad, defendida por Hilari Raguer en numerosas ocasiones, ha recibido últimamente el aval de un documento de Antoniutti al Papa —descubierto por el mismo Raguer en los archivos vaticanos del pontificado de Pío XI abiertos recientemente a los historiadores— donde se menciona una entrevista mantenida en 1937 con Franco en la que hablaron de las gestiones del gobierno de Burgos para conseguir salvar al obispo de Barcelona.Esta versión choca aparentemente con el resultado de las pruebas de ADN que se llevaron a cabo en el año 2000 que certifican, con un alto índice de probabilidad, que los despojos que se conservan en la catedral son ciertamente los del cardenal Irurita. La única explicación que permitiría conciliar las dos versiones es que los restos correspondieran a los de un familiar. Sea como fuere, el hecho de que localizaran al obispo ocasionalmente a través de una lista de peregrinos a Montserrat demuestra una vez más la voluntad persecutoria de los comités y patrullas.
(Aquest comentari s'ha estret del llibre " La Iglesia en Llamas"; autor J.Alberti, de l'editorial Destino Madrid 2008.)
El tema de la mort o no del bisbe de Barcelona M. Irurita en el Cementiri de Montcada, sembla que no s'atura, doncs, han estat diferents opinions, tant en contra com a favor de l'explicació oficial sobre l'assassinat d'aquest prelat, fet que va succeir durant la Guerra Civil.
El debat, doncs, segueix obert. Per altra banda no podem oblidar que aquest bisbe, la seva beatificació per part del Vaticà, està de moment aturada des de fa anys, quan es va demanar per part de diferents sectors
eclesiàstics i civils la seva beatificació com a màrtir de la barbàrie revolucionaria.
Ricard Ramos Jiménez
Notes:
1) S. OGAZÓN, M. DE, Flores de sangre del vergel carmelitano,
Coculsa, Madrid, 1945, p. 110.
2) MANENT, ALBERT y RAVENTÓS, JOSEP, L'Església clandestina a Catalunya durant la Guerra
Civil, PAM,Barcelona, 1986, pp. 65-66.
3) Véase SERRAHIMA, MAURICI, Del passat quan era present, Edicions 62, Barcelona, 1972-1974. También ROJAS, CARLOS, La guerra en Catalunya, Plaza y Janés, Barcelona, 1979, p. 65.